Una vez un chico al que solía ver me
escribió un mensaje con una pregunta muy tonta “¿Que es?” Claro, así sin
contexto ninguno, lo primero que pensé fue que se le había un poco la pinza,
pero por seguir el juego (y porque se había sacado la pregunta de la nada)
pregunté “¿magia?”, a lo que él respondió “Es miedo”
Aún hoy, diez años más tarde, no consigo
comprender muy bien a que venía aquello. Pero esas palabras se me quedaron
grabadas. Tenemos tantas ideas de las cosas que nos gustaría conseguir en
nuestra vida, cosas que queremos eliminar y cambios que debemos llevar a cabo.
Cambios que terminamos dejando para el próximo lunes, porque al parecer el
próximo lunes tendrá una habilidad especial que el día de hoy no tiene.
Inventar excusas, pulsar el botón ignorar y distraernos con otras cosas, eso se
nos da muy bien a los seres humanos.
Y al final todo nos lleva a lo mismo; es miedo. No te excuses diciéndote a ti
mismo que no puedes dejar de fumar, o de comer dulces – cualquiera que
sea tu droga, eso no importa - justo
ahora porque estás en un momento muy estresante de tu vida. Acéptalo, la
vida es estresante. Nunca va a llegar ese momento de completa paz espiritual, y
si llega, será pasajero. Ese no es el motivo. La verdadera razón es que tienes
miedo. Miedo a fracasar, a decepcionarte a ti mismo, miedo a la persona en la
que te convertirás sin aquel vicio que te ha definido durante tanto tiempo.
Y suelto esto sabiendo que yo soy la
primera que tiene miedo. Conozco a pocas personas más hábiles que yo en el arte
de ser indulgente con uno mismo. Cinco años llevo ya esperando a que llegue ese
momento idóneo en que la vida me dé un respiro y pueda poner en orden mis
mierdas.
No pretendo ser dramática y decir que la
vida es dolor y que debemos dejar de esperar que lleguen tiempos mejores. Pero
la vida es caos y es impredecible – y en ello, de hecho, reside parte de su
belleza – así que no podemos vivir esperando algo que no sabemos si tan
siquiera ocurrirá.
Como maestra del autoengaño claramente no
tengo la clave para superar mis miedos, solo puedo dar un par de consejos que
yo misma intento aplicarme.
El primero es conócete a ti mismo/a. Sí, sí, ya se lo que estaréis pensando “¡no me
digas!, no me lo podía haber imaginado yo solo”. Pero olvídate de las excusas y
justificaciones por un momento. Medita sobre la persona que eres de verdad
respecto a la que siempre pensaste que te convertirías.
Me gustaría hacer un breve inciso para
recalcar que cuando hablo de miedo y cambio no solo me refiero a hábitos
nocivos como el tabaco. Puede que no estés enganchado a nada, pero estés
amargado en el trabajo y te de miedo dejarlo. O puedo que no te guste la forma
en la que tratas y juzgas a los demás, aunque te justifiques pensando que todos
hacen lo mismo. No es válido, no seas como todos.
Si tras meditar tu respuesta sigue siendo
“no quiero cambiar nada, soy una persona maravillosa y ni siquiera sé que es
eso de estar paralizada por el miedo”, enhorabuena, no hace falta que leas
ningún paso más. Claramente eres un ser iluminado o un maestro del autoengaño.
En cualquier caso, bravo.
Supera la tentación de presionar ignorar. No digas “Lo sé” para luego
arrastrarte de vuelta al sofá y seguir con tu vida de ameba. Una vez que sabes
lo que deseas cambiar o eliminar de tu vida toca hacer algo. Acción. Planificar
está muy bien, y soy la primera con una afición casi enfermiza a hacer listas,
pero si los planes se quedan en planes… Pues eso, más te valdría dedicar tu
tiempo a otra cosa.
Y por último, deja que reine el caos. No
importa si acabas de resignar de tu trabajo, si has cortado con alguien porque
sabías que vuestra relación no tenía futuro o si llevas tres días sin fumar y a
veces sientes ganas de destrozar cosas. Empápate de la locura, disfruta la
incertidumbre y siéntete orgulloso de ti mismo.
Vaya, creo que me he pasado divagando. Espero no haber aburrido o deprimido a nadie.
Próximamente más y mejor :) Ánimo con el lunes!
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